domingo, 14 de septiembre de 2008

EL FLAGELO DE LA HISTORIA

Según Friedrich Nietzsche, en su “Segunda consideración intempestiva”, “existe un grado de insomnio, del rumiar y del sentido histórico que atenta contra lo vivo y lo conduce a la perdición, con indiferencia de si se trata de un ser humano, un pueblo o una cultura”.-

“Para poder determinar ese grado y, con él, el límite a partir del cual lo pasado debe ser olvidado para no convertirse en el enterrador de lo presente, sería necesario conocer la fuerza plástica de cada humano, cada pueblo y cada cultura. Me refiero a aquella fuerza de crecer de sí mismo y de manera propia, de transformar lo pasado y lo desconocido y de incorporarlo de sanar las heridas, recuperar lo perdido y recomponer desde si mismo las formas quebrantadas. Hay hombre que carecen hasta tal punto de esta fuerza que se desangran irremediablemente a causa de un pequeño rasguño, de una sola experiencia, de un solo dolor y, a menudo, de una sola e ínfima injusticia. ”

Fiel a su estilo confrontativo, Nietzsche señala que el olvido tiene una función importantísima, es fundamental para que el pasado no destruya al presente.- La vitalidad de la cultura puede ser interrumpida e incluso acabada por los fantasmas del pasado.- Constantemente, en la obra de referencia, señala el filósofo alemán que los fanáticos de la “Historia Monumental” hacen que “los muertos entierren a los vivos”.-

Según el autor, se puede distinguir a éste tipo de historiadores cada vez que exacerban el pasado, reviviendo hechos constantes que asesinan al presente de la sociedad e impiden el desarrollo de la cultura.- Por otra parte, identifica otra corriente historicista, que es la de aquellos “momificadores” de la historia, los cuales enaltecer todo hecho histórico pasado y viven con una constante nostalgia, a ellos, los llama anticuarios.- Frente a estas dos corrientes historicistas, corresponde adoptar un historicismo crítico que de alguna manera disuelva y quiebre el pasado para poder volver a vivir.-

“…Este proceso es siempre peligroso, especialmente peligroso para la vida misma, y los hombres y los tiempos que sirven de esta forma a ella, juzgando y aniquilando el pasado, son siempre hombres y tiempos peligrosos y a la vez peligrados. Siendo el resultado de las generaciones que nos precedieron, somos también el resultado de sus aberraciones, pasiones y falacias y hasta de sus delitos. No es posible librarse por completo de esta cadena. A pesar de que condenemos esas aberraciones y nos consideremos librados de ellas, no dejaremos de ser sus herederos. En el mejor de los casos lograremos establecer un antagonismo entre la naturaleza hereditaria que proviene de nuestros ancestros y nuestro conocimiento… He aquí un intento de apoderarse a posteriori de un pasado del que se quisiera provenir, refutando así a aquel de que realmente se proviene. Este intento es siempre riesgoso, debido a la dificultad de determinar el límite sano de la negación del pasado… ”

Miremos hacia el futuro y superemos el pasado...

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